domingo, 8 de mayo de 2016

Lo mató la curiosidad


Por Víctor Fernández Correas

Como al gato, al tipo de hoy lo mató la curiosidad. Una curiosidad oscura, negra y asfixiante. Tela. Y murió relativamente joven, aunque para la época ya era viejo, que conste. Un rato viejo, desde luego. Se trabajó una larga carrera como militar, fue de un lado para otro, conoció, vivió, visitó, y más tarde le dio por poner todo su saber en negro sobre blanco. Porque no escribía mal, el tipo. Vino por aquí, donde permaneció alguna que otra temporada, se fue a la otra punta del continente, y de todo y de todos absorbió lo que pudo, que no fue poco. A modo de retiro se marchó al lado del mar, donde podía navegar y vivir una vida relativamente tranquila. Hasta que llegó la nube. La vio, quiso examinarla mejor, se acercó hasta ella, y lo puso a criar malvas. Una cosa extraña, muy extraña. Suerte que por allí andaba un zagal que tampoco escribía mal para recordar cómo fue el asunto. Que pone los pelos de punta cuando se recuerda, ya digo.


El personaje del post anterior: 6 de mayo, es Maximilien Robespierre

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